sábado, 7 de marzo de 2015

Enseñanza

Los perros mueven la cola, no piensan qué pensarán los otros de su movimiento, no piensan qué significarán estas emociones que me hacen mover la cola, no piensan para qué muevo la cola si la otra persona no me está viendo, no piensan. Entonces, ¿por qué no soy más como los perros y simplemente muevo la cola?

jueves, 5 de marzo de 2015

Interrupciones

¿Las interrupciones son parte del discurso? Uno habla no siempre de corrido, uno corre no siempre da una vez. Esta vez vamos a detener algo y ver si esa detención tiene que ver con lo que sigue después. No sé. A veces no se puede decir todo lo que se quiere decir, que falta espacio, que falta tiempo, pero sí se tiene. Dado que eso es infinito, pero sí te detienen a veces. Te detienen a veces. Te hablan a veces pero otros también. Qué haces, qué haces. Se acaba. Los límites, pero te queda por decir. ¿Por qué no lo dices? Qué es lo que dices. A dónde vas. Quieres decir las cosas y no las dices. Quieres tener el tiempo y el espacio pero ey. Pero ey. Qué es ese ey que te detiene. Qué hace que se quede lo demás que tienes ahí. ¿Se ha acabado lo que tenías por decir? No. Se escapó lo que tenías por decir… te espantaron lo que tenías por decir. Faltan horas a las horas. No. Faltan hojas de la libreta, espacio del disco duro. No. Falta la atención a una sola cosa, cuidado al detalle, el permiso detener una sola idea. Estar haciendo algo mientras piensas en eso. No lo dejes ahí, no le des, no le des, no le des más cosas más cosas a la mente.

 Comes mientras piensas que caminas mientras comes lo que piensas.

Escribir es como...

Este escribir es un tanto como masturbarse, a quién se lo vas a decir, a quién se lo vas a enseñar. Es evidenciar quién eres, cómo eres y ¿por qué? Casi nunca escribo para mí, soy exhibicionista, siempre quiero andar enseñando placeres míos en la esperanza de levantar otros ánimos también. Leerme es como masturbarme pensando en que me masturbé, es la hipérbole de lo propio y lo íntimo. ¿Por qué quiero estar mostrando las intimidades siempre? Y me enorgullezco, me da gusto y después la culpa, siempre la culpa. ¿Qué culpa tenía él de contarme sus cosas y que yo las escribiera? ¿Qué culpa tenía ella de hacer aquello frente a mí y que yo las escribiera? Culpa mía, que también disfruto en un católico masoquismo. Placer del placer y vergüenza, por no ser capaz de hacer algo que en verdad signifique algo.